viernes, 26 de diciembre de 2008

Población La Victoria: memoria y presente

Cuando el Bicentenario asoma como el esperado acontecimiento de conmemoración nacional, la población La Victoria se apronta a celebrar los 50 años de la toma de terrenos que la originó. Y puede que el vínculo entre ambas festividades no nos resulte fácil de concebir. Por una parte, vemos el intento forzado por conjugar “desarrollo” y “unidad nacional”, para hacer coincidir los frutos del progreso con la algarabía de los 200 años. Por otra, y mientras lo anterior transcurre, los pobladores van mostrándonos la contracara de dicho simulacro: que el progreso sigue excluyendo a una parte considerable de nuestra sociedad, y que esa parte de Chile sólo se ha incorporado efectivamente a ésta mediante su decidida acción y proyección como actor social.

Ese es el sentido profundo de la celebración del cincuentenario, y como tal, es un desafío para la memoria, poniendo a prueba no sólo su capacidad de retrotraernos en el tiempo, sino también, y fundamentalmente, de poner a disposición de los desafíos del presente los distintos recursos que hicieron posible este hito de la historia popular chilena. Y no son pocos, pues la conquista de la vivienda es el producto de la lucha histórica de los habitantes excluidos de la ciudad, por lograr su desmarginalización. Lucha de aquellos que habitaron en rancheríos, conventillos y poblaciones callampas, espacios en que, pese a la degradación permanente de sus condiciones de vida, desarrollaron sus primeros lazos de solidaridad.

Del mismo modo, mucho se puede decir del esfuerzo organizativo que significó la toma y posterior levantamiento de la población definitiva, en que la tríada ocupación del territorio, autogobierno de los pobladores y autoconstrucción de las viviendas, constituyó la base de una sólida cultura participativa, puesta a prueba posteriormente en la Dictadura Militar. En ambos momentos, quedó de manifiesta la importancia que la acción colectiva fue cobrando para los pobladores, como una forma legitimada y eficiente de alcanzar sus propósitos.

Los desafíos del presente ponen a la memoria de estos hitos y a las tradiciones organizativas señaladas en un complejo panorama. Hoy no es la falta de habitaciones, sino la errática política habitacional de las últimas décadas. Hoy es el narcotráfico, la drogadicción y la elevación de los índices delictivos asociados a este flagelo. Hoy, o tal vez mañana, es la amenaza de las inmobiliarias y las autopistas urbanas. Corre inclusive el rumor de la posibilidad de que el Portal Bicentenario sea conectado con el centro de la ciudad a través de amplias y rápidas avenidas, las cuales, como si no existiera otra forma, pasarían por la población, cercenándola y expropiando a cientos de familias. ¿Costo del progreso? Nuevamente, ¿progreso para quiénes?, ¿y a costa de quiénes?

Es frente a estas amenazas y desafíos que la memoria debe ponerse a prueba, haciendo valer el recurso de la solidaridad, de la organización y la acción colectiva, tan presentes en cada trazo de la historia de La Victoria.
  • Julio Reyes Ávila, Profesor de Historia y Geografía. Coautor de Memorias de La Victoria. Relatos de vida en torno a los inicios de la Población.Publicado el 26 de mayo de 2008 en el sitio www.elquintoinfierno.cl

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